Necoclí: Lugar de Tránsito para Miles de Mujeres Haitianas

Por Andrea Córdoba Zabaleta

Este artículo se deriva del proyecto «Siguiendo el hilo de la errancia: travesías de viajeros del sur global por la región de Urabá» y fue financiado con fondos de la convocatoria programática de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes en su versión 2018 del Comité para el Desarrollo de la Investigación (CODI) de la Universidad de Antioquia. El proyecto se cofinanció a través del proyecto «Ampliación alcance proyecto «Siguiendo el hilo de la Errancia: Travesías de Viajeros del Sur Global por la Región de Urabá» de la Dirección de Investigación de la Universidad del Rosario.

El Urabá Antioqueño por su ubicación geográfica como puente hacia Centroamérica y su cercanía con Panamá, es un punto fundamental en el viaje que emprenden a diario miles de africanos, asiáticos y caribeños, especialmente cubanos y haitianos. Esto viene ocurriendo desde hace más de dos décadas, pero tanto en la bibliografía académica disponible sobre la migración, como en la prensa colombiana y los reportes institucionales se suele invisibilizar la presencia de las mujeres como parte de estos flujos.

En 2020 el periódico Novo Jornal de Angola publicó un especial llamado “La ruta de la desesperación: angoleños en su camino hacia los EE.UU.”. Este consistía en cinco reportajes que seguían los relatos de africanos que habían cruzado Latinoamérica, dándole un lugar central a las historias de mujeres. Las crónicas contaban cómo sus decisiones de vida las llevaron a emprender el viaje. Cuentan por ejemplo la historia de “Mifi” una sobreviviente del naufragio de 2019 en Capurganá que acabó con la vida de 23 personas – incluidos tres de sus hijos- y cómo ese suceso puso a Colombia en el foco de las autoridades internacionales de derechos humanos. Mi interés en el tema surgió luego de
leerlo y este reportaje me llevó a revisar la prensa colombiana con el fin de encontrar información disponible sobre los migrantes, pero los artículos de la prensa no brindaban mucha información detallada sobre las mujeres y en general sobre los migrantes. Los breves relatos donde aparecían los migrantes se centraban en acontecimientos trágicos y amarillistas. Visité Necoclí en agosto de 2021 como parte de mi proyecto de investigación de tesis buscando comprender cómo es el rol de las mujeres en esta migración y como agencian su viaje.

Existe una idea errada de que las mujeres no viajan por la vía indocumentada debido a lo peligrosas que suelen considerarse estas rutas. Un ejemplo es el Tapón del Darién considerado el lugar más peligroso a transitar en la ruta hacia Norteamérica por ser un área selvática, pantanosa y de muy difícil acceso. Se cree que las mujeres la evitan, en especial por las largas caminatas. En estudios sobre migración que se han realizado en América y Europa se dice que las fronteras son filtros que solo pueden ser superados por las personas más “aptas”, en especial hombres jóvenes, fuertes e independientes. Estas miradas han ocasionado que las mujeres migrantes sean vistas como víctimas, pero al contrario de lo que se piensa, hoy en día son muchas las mujeres que migran, ya sea solas o acompañadas, y son ellas mismas quienes planean, organizan y dirigen sus viajes.

En los últimos años la cantidad de mujeres que atraviesan el Tapón del Darién ha aumentado (De acuerdo con el Servicio Nacional de Migración de Panamá), tanto que para el 2019 y el 2020, 3 de cada 10 migrantes que recorrían este trayecto eran mujeres con edades entre los 20 y 50 años que suelen viajar bajo el cuidado de sus parejas o familiares, algunas de ellas con niños e incluso gestantes, pero también solas?. La mayoría de estas mujeres salen de sus países en busca de mejores oportunidades y buscando que sus hijos tengan una mejor calidad de vida y accedan a beneficios que su país no ofrece. También pueden salir por otras razones como mejorar su estatus económico, acceder a educación, apoyar a sus familiares económicamente, así como por desastres naturales, la inestabilidad política, entre otros.

Las Mujeres Haitianas en el Viaje

Para mí, llegar al municipio en agosto de 2021 para conocer las historias de estas mujeres viajeras como parte de mi tesis de grado, fue un golpe de realidad. Las calles estaban llenas de migrantes y esas mujeres que no había visto mencionadas en la prensa recorrían las calles de Necoclí -y no eran pocas. Comencé a acercarme a estas mujeres, y especialmente a crear vínculos con algunas haitianas. Ellas decían con frecuencia que el calor, la playa, la brisa, el mar y la música en Necoclí, las remitía a la tranquilidad de su casa y los recuerdos en Haití, ese lugar que desde Colombia suena muy lejano.

Las mujeres que conocí en Necoclí viajaban generalmente en grupos de 10 a 15 personas, acompañadas de familiares o amigos. Algunas viajaban solas. Al compartir con ellas me percaté que son las encargadas de organizar y gestionar los recursos más importantes del viaje, en especial la logística. Aunque no son ellas quienes manejan el dinero en efectivo o las cuentas bancarias, son quienes planean los gastos y distribuyen el dinero para poder adquirir las cosas necesarias en el viaje. Son ellas quienes hacen listados de los implementos que se requieren para cruzar la selva, quienes compran los ingredientes y preparan los alimentos adecuados para que sean nutritivos y brinden fuerzas en el camino.

Una de las haitianas que conocí en el hotel donde nos hospedábamos se llama Tiara. Tiene 30 años, una voz suave y amable, y un rostro que permanece iluminado por su gran sonrisa y su dulce mirada. Ella y su grupo de amigas pasaban mucho tiempo en la cocina preparando diversos platillos. Yo me acercaba curiosa por los aromas que inundaban la sala contigua a la cocina. Tiara disfrutaba mucho cocinar en grandes cantidades, al punto que normalmente se tardaba junto con sus amigas hasta cuatro horas haciendo el almuerzo. Cuando entraba a la cocina me explicaba sus recetas, invitándome a sazonar a la manera haitiana: con mucho ajo, maggi y jengibre.

La cocina es el lugar donde las mujeres haitianas se sienten más cómodas. Es un espacio donde ellas pueden reunirse a hablar de sus vidas, contarse anécdotas, hablar sobre sus sueños, las cosas que harían cuando estuvieran en EE.UU. y preparar la logística del viaje. En la cocina no solo hablábamos un poco de la gastronomía haitiana de la cual se escucha hablar tanto entre los necocliseños, también entre las ollas y guisos existía un espacio de catarsis para hablar de sus vidas, de los retos que han afrontado y de sus aspiraciones.

Para los haitianos es importante hospedarse en lugares donde les faciliten el acceso a la cocina, porque cocinar y comer juntos fortalece los vínculos. La hora de comer era una gran reunión familiar en el hotel, todos se reían, comían y se olvidaban por un momento de las adversidades del viaje. Como el dicho colombiano “familia que come unida, permanece unida”. Tiara conoció a sus amigas en el camino de Chile a Colombia y habían creado un fuerte vínculo de amistad con el fin de protegerse y ayudarse cuando pasaran por el Darién. Cuando me volví más cercana al grupo, me invitaban a comer, cocinar, ir a la playa y conversar en las tardes mientras nos escampábamos del calor.

Sos-pwa, arroz y pollo en salsa de Zanahorias
Sos-pwa, arroz y pollo en salsa de Zanahorias

Historias detrás de las mujeres que viajan

Tiara es cuidadora de niños y los 4 años que vivió en Chile cuidaba a los hijos de otras mujeres haitianas que trabajan fuera del hogar. Viajó a Chile con ayuda de su esposo quien luego de trabajar allí un año reunió dinero para los tiquetes. No les gustaba mucho su vida en Chile y no habían logrado obtener la residencia o la nacionalidad. Cuando nació su beba, que actualmente tiene siete meses, recibió la nacionalidad chilena. Su esposo y ella temieron ser deportados y que su hija se quedara sola en Chile.

Ambos, empujados por las dificultades económicas que estaban padeciendo en dicho país y el Covid-19, decidieron emprender un viaje con el objetivo de pedir asilo en Estados Unidos y así cumplir el “sueño americano”. El deseo de tener unas condiciones de vida digna había hecho que ahorraran durante algunos años mientras intentaban establecerse en Chile, pero con la decisión de partir tomaron sus ahorros, vendieron lo que tenían y, con la ayuda de familiares en Haití, emprendieron el viaje. Desde Chile tardaron aproximadamente 15 días hasta llegar a Necoclí. Fue un viaje agotador. En la frontera con Ecuador tuvieron que caminar por casi dos horas por una trocha. Tiara no solía brindar muchos detalles sobre su ruta, solo agradece que Dios la hubiera protegido y que le hubiera permitido llegar hasta Necoclí. Tiara desea llegar a Estados Unidos, conseguir un empleo cuidando adultos mayores y en un futuro ayudar a otras chicas a salir de Haití para que
puedan tener una mejor calidad de vida y más oportunidades.

La carga adicional del viaje

La información disponible en la prensa y los diferentes reportes migratorios han alimentado ideas erradas que afectan el cómo las personas ven a los migrantes. Se piensa, por ejemplo, de que las mujeres no viajan por la vía indocumentada y aunque no aparecen registros importantes en la prensa o en los documentos académicos, la realidad es que son las mujeres quienes sostienen y planean las etapas más relevantes del viaje. El compartir con ellas me mostró el rol tan importante que cumplen en el viaje y me motivó a escribir sobre ellas.

Labores cotidianas como cocinar se vuelven muy tediosas cuando estás en movimiento; realizar compras y cocinar toma mucho tiempo y en este ir y venir no quedan momentos para descansar. En estos viajes que pueden prolongarse indefinidamente, el agotamiento se acumula. Aunque se cree que lo mejor es viajar en grupos pequeños porque es más discreto, para los haitianos es más cómodo viajar en grupos grandes. Durante el viaje, se hacen y se crean vínculos. Esto no solo hace más llevadero el camino, sino que también genera redes de apoyo mutuo donde se dividen las cargas. Otra idea equivocada que circula es que las mujeres haitianas solo tienen un rol reproductivo y que al tener hijos se convierten en una carga al viajar, pero la maternidad con frecuencia es planeada, las mujeres deciden cuantos, cuando y como tener a sus hijos. Migrar no es una decisión errática, el plan de viaje también considera y dimensiona las diversas situaciones que se podrían atravesar.

Aunque mi intención inicial era comprender porque estas mujeres no aparecen en la prensa y los textos académicos, acercarme a sus realidades marcó significativamente mi vida. Hace seis meses que volví de Necoclí y las haitianas que conocí continuaron la ruta de su viaje,
hace cuatro meses Tiara logró entrar a los Estados Unidos y actualmente reside con algunos familiares y está en busca empleo. Para Tiara el Darién fue el lugar más traumático de su viaje. Caminó por diez días cargando a su beba, pero agradece estar viva y recuerda con mucho cariño los momentos que compartimos. Deseo volverla a ver cuándo sus sueños se hayan cumplido.